En esta ocasión les daremos algunos consejos para visitar las Cataratas del Niágara y pueda organizar su viaje a este destino turístico tan popular por los turistas viajeros de todo el mundo.
Las cataratas del Niágara se encuentran en la frontera entre Estados Unidos y Canadá, y son una verdadera maravilla de la naturaleza: cada día miles de metros cúbicos de agua hacen un salto espectacular, dando vida a una de las cascadas más famosas del planeta. Los visitantes son numerosos y provienen de todas partes del mundo:
- Las cataratas del Niágara se encuentran en noreste de América, en la frontera entre los EE.UU. y Canadá, y se originan en el río del mismo nombre, Niágara, que conecta los Grandes Lagos Erie y Ontario. Se componen de tres cascadas distintas "las cataratas canadienses" (la más grande, de unos 800 metros de ancho) y dos en el lado americano, "las cataratas americanas" y "las cataratas Bridal Veil". El río alcanza el borde de una meseta y se precipita sólo cincuenta metros más abajo, por lo tanto, la altura no es lo más espectacular que ofrecen estas cataratas, sino la gran cantidad de agua y la amplitud del frente de la caída, convirtiéndose en un auténtica maravilla que hay que ver por lo menos una vez en la vida.
- Para visitar las cataratas del Niágara, la solución más cómoda y conveniente es llegar en avión a Buffalo desde Toronto o Nueva York, y luego tomar uno de los muchos autobuses que conectan el aeropuerto de Buffalo y las Cataratas y que preveen las visitas tanto en el lado americano como el de Canadá. O también desde el aeropuerto de Buffalo se puede tomar un taxi, el costo no debe ser muy alto porque las cataratas no están lejos.
- Las Cataratas del Niágara son realmente espectaculares: todo el paisaje circundante se cubre de polvo producido por la enorme masa de agua que cae y crea una atmósfera única. Las aguas transparentes caen a un barranco de 300 metros de ancho, y su caudal produce una cortina de agua que forma un magnífico arco iris.
- Los turistas son más numerosos durante el verano, cuando el clima es menos rígido y permite admirar las caídas aún en la noche, iluminadas por una serie de lámparas que también contribuyen a crear una atmósfera onírica.